La capa de preocupación se desprendió lentamente de los ojos de Haoran y fue reemplazada por un brillo distinto. Sus bordes tenían un suave tono rojo, proveniente del resplandor rojo de la luna que los iluminaba.
Aunque su expresión facial era menos expresiva, el corazón de Haoran se conmovió por sus palabras, tanto que su mente interpretó las palabras de la chica como una especie de confesión, una reciprocación de sus sentimientos.
No estaba seguro si sus oídos le estaban jugando una broma. Lo único que podía hacer era apretar su abrazo sobre ella, acariciando ambas manos, delicadas y sedosas, como si estuviera calmando su propio corazón ansioso, esperando que esas palabras cautivadoras salieran de nuevo de su boca.
Levantó la cabeza del hombro de la chica cuando sintió que su cuello se movía. Una pequeña anticipación brotó en él.
Afortunadamente, no solo era su mente pintando ilusiones.