—Mo Yan quedó momentáneamente hipnotizada, dándose cuenta por primera vez que la frase «la belleza es un festín para los ojos» aplicada a un hombre era increíblemente apta, sin ningún sentido de incongruencia.
—Yan Junyu no tenía idea de lo que Mo Yan estaba pensando. Al verla mirarlo fijamente sin parpadear, no pudo evitar bromear con una risa: «¿Qué pasa, la elegancia sin igual de este señor te ha dejado perpleja? Si te arrepientes de no haber aceptado antes ser mi Doncella de Tinta, estoy de buen humor ahora y te daré otra oportunidad.»
—Mo Yan dio un respingo con los ojos, se aclaró la garganta y desvió la mirada, diciendo sin inmutarse: «Gracias por su favor, Joven Maestro, pero no me gustan las restricciones y al ser torpe, estaría más adecuada quedándome en el pequeño pueblo y cultivando.»