La luz del sol inundaba el alféizar, cubriendo el suelo, y la habitación estaba en silencio, solo el claro sonido de pasar las páginas resonaba intermitentemente.
Aun con una lectura rápida, terminar ciento veinte páginas llevaría tiempo, y Yan Junyu, quien pasó de ser casualmente indiferente a estar completamente absorto, empleó aún más tiempo.
Mirando los dedos esbeltos y claros de la persona frente a ella pasando las páginas del proyecto de negocio que había preparado cuidadosamente, Mo Yan se sentía confiada, pero no podía relajarse del todo sin su asentimiento explícito.
Dos horas más tarde, Yan Junyu terminó la última palabra. Sus hechizantes ojos de flor de durazno se dirigieron directamente hacia la chica frente a él, brillando con admiración y también con un profundo desconcierto.