El emperador Huian preguntó a Mo Yan varias otras cuestiones, enfocándose más allá del origen de las cinco bestias y en particular acerca de su habilidad para controlar animales, preguntando si había sido guiada por un maestro.
—Mo Yan respondió con mucha cautela —omitendo cualquier cosa que pudiese implicar a Espacio—. Contó la verdad siempre que fue posible, y en cuanto al supuesto maestro, eso fue una completa invención. Sobre por qué las cinco bestias obedecían sus órdenes, solo pudo hacerse la tonta y atribuirlo a que eran bestias salvajes extraordinarias o quizás habían desarrollado sabiduría espiritual y le habían tomado cariño.
El emperador Huian pareció creer lo que Mo Yan había dicho, su expresión se relajó más y su voz cada vez más suave.
Al ver esto, Mo Yan secretamente respiró aliviada, apretó su palma pegajosa, pero se contuvo de secársela con un pañuelo.