Era verano, y había muchos vendedores de comida callejera a ambos lados de la calle, vendiendo varios fiambres, fideos de arroz fritos, fideos de arroz con carne de res y cosas por el estilo.
Pei Yang, atendiendo al gusto de Shen Mingzhu, escogió y eligió varios artículos para comprar, y para cuando regresó al restaurante, Shen Mingzhu salía con un tazón de fideos.
Sus ojos se encontraron.
—¿Ya terminaste de comer? —preguntó Pei Yang.
—¿Cómo es que ya volviste? —respondió Shen Mingzhu.
Ambos hablaron casi simultáneamente.
Notando un atisbo de ánimo en su voz y echando un vistazo a la bolsa de plástico que llevaba, Pei Yang entendió algo de lo que sucedía y se acercó a ella con una sonrisa.
—¿Estás enojada? ¿Pensaste que fui a llevar a mi segundo hermano al dormitorio? —preguntó Pei Yang.
Shen Mingzhu le dio una mirada indiferente.
—¿Quién tiene tiempo para enojarse contigo? Si tuviera ese tiempo libre, preferiría irme a casa a dormir temprano —replicó ella.