Antes de salir del cine, Ma Chao no pudo evitar mirar atrás a Shen Hongmei.
El chico que la acompañaba le estaba entregando un balde de palomitas de maíz. Ella sonrió dulcemente, la viva imagen de alguien inmerso en el amor.
Ella solía ser así también delante de él.
El chico llevaba una camisa de manga corta y jeans, que eran muy de moda en ese momento, y lucía guapo y bien establecido—un joven culto con un trabajo decente.
Ma Chao sintió un sabor amargo en su corazón.
Finalmente, fue su orgullo masculino el que resultó herido.
Cuanto mejor era la vida de Shen Hongmei, más demostraba su falta de previsión. Temía que la gente del pueblo se riera de él, diciendo que había soltado una sandía para recoger una semilla de sésamo.
Además, guardaba algo de resentimiento hacia Shen Hongmei.
Le resentía por no haber valorado su relación pasada y no estar dispuesta a prestarle dinero, lo que le hizo perder la oportunidad de convertirse en profesor permanente.