—Shen Mingzhu.
Aunque la voz en el teléfono tenía una leve familiaridad, Shen Mingzhu no podía recordar dónde la había escuchado recientemente.
—¿Puedo preguntar quién llama?
—Jeje...
La persona al otro lado dejó escapar una risa extraña —¿De verdad tienes tan mala memoria para alguien de tu estatus, verdad? Pero, claro, con tu familia y carrera prosperando, no es de extrañar que me hayas olvidado, a mí, una vieja conocida.
Al escuchar las palabras «vieja conocida», una sensación de inquietud inexplicable surgió en el corazón de Shen Mingzhu, pero aun así no podía recordar quién era la mujer al otro lado del teléfono.
Después de todo, Ou Liya había desaparecido de su vida durante siete años, y ni en sus sueños más salvajes Mingzhu había imaginado que Ou Liya la culparía por penas pasadas y llegaría al extremo de secuestrar a su hija.
—¿¡Quién eres!? —preguntó Shen Mingzhu.
—¿Profesora Ou, eres tú?