Gu Jiao regresó al Callejón Bishui.
Xiao Jingkong terminó la escuela temprano ese día y esperaba en la puerta, mirando ansiosamente hacia afuera.
Al ver a Gu Jiao, corrió emocionado hacia ella:
—¡Jiaojiao!
—Mmm. —Gu Jiao tomó su pequeña manita regordeta y entró en la casa.
Él miró por encima del hombro de Gu Jiao con una mirada expectante.
Gu Jiao se detuvo un poco y preguntó:
—¿Estás esperando a tu cuñado?
Xiao Liulang estaba en el campo. Si las cosas iban rápido, regresaría a finales de mes; si se demoraba, sería el próximo mes.
Xiao Jingkong, con sus ojos grandes bien abiertos, respondió con seriedad:
—Yo... yo... ¡yo no!
Gu Jiao levantó la comisura de sus labios y dijo:
—Pronto, tu cuñado estará de regreso.
—Ah. —Xiao Jingkong suspiró como un adulto—. Estoy preocupado de que tal vez no maneje las cosas bien. Es su primera misión oficial, y no tuve la oportunidad de darle consejos.
Gu Jiao se rió.
¿Son todas las conversaciones de niños tan interesantes?