Enfrentar un choque de bordados apenas era desalentador; la verdadera incomodidad surge cuando el trabajo de uno es notablemente inferior.
Especialmente cuando dos piezas se yuxtaponen, el contraste se vuelve impactantemente evidente: una encarna tanto la forma como el espíritu, mientras que la otra, aunque visualmente presente, carece de cualquier apariencia de alma.
Esta realización le llegó a Gu Huiyan mientras reflexionaba sobre el bordado de Ji Qingwei, identificando el aspecto inquietante que no podía identificar anteriormente: se parecía a una mera imitación.
Aunque estéticamente agradable, estaba desprovisto de cualquier verdadera esencia.
El hombre de mediana edad, observando los cambios en la expresión de Gu Huiyan, expresó su confusión —¿Director? —¿Podría ser que el bordado de la señorita Si fuera tan excepcional que sorprendiera a Gu Huiyan?