—Tómate tu tiempo, no hay prisa —dijo Calvin mientras sacaba una tarjeta de negocios de su bolsillo y se la entregaba a Yuan Heping—. Me alojo en el centro de la ciudad.
Deseoso de no quedarse atrás, Xia Zuo también entregó su tarjeta.
—Te advierto, no intentes llevártelo —dijo Calvin—. Podrías elegir a alguien en sus veintes o treintas para tu película de guerra interstellar.
—Podrías hacer lo mismo —replicó Xia Zuo, sin querer ceder—. ¿Estás buscando pelea?
Calvin, enfadado, se remangó las mangas. —Entonces peleemos. No te tengo miedo.
El director intervino justo a tiempo. —Caballeros… por favor, cuiden su imagen.
—Está bien, no mucha gente aquí nos reconoce —dijo Calvin, preparándose para la pelea—. Llevémoslo afuera.
Con un bufido frío, Xia Zuo aceptó, —Está bien, vamos afuera.
Y con eso, se fueron.
El director se quedó sin palabras.