—Este es el caso más probable —asintió el profesor de calificaciones—. Las puntuaciones aún son más altas que las de otros estudiantes.
Mientras tanto, al otro lado del pasillo, un profesor se recostó en su silla, mirando fijamente su pantalla.
Estaba hipnotizado por un ensayo que tenía delante.
La caligrafía era sorprendentemente hermosa, parecida a ganchos de plata y trazos de hierro, ordenada y elegante.
Lo que la hacía aún más valiosa era su estilo único, sin imitar a ningún calígrafo conocido.
Sin embargo, lo destacado no era la caligrafía sino el contenido: el ensayo estaba escrito en chino clásico, empleando frases antiguas con tal facilidad que no parecía una mera exhibición de habilidad.
Aunque es común que algunos intenten escribir ensayos en chino clásico anualmente, a menudo suenan rígidos.
Este, sin embargo, fluía como si lo hubiera escrito un erudito antiguo.
Tomando una profunda respiración, el profesor masculino otorgó una puntuación completa de 60.