Alix llegó a la escuela alrededor del mediodía. Llegó con una sonrisa en su rostro, de buen humor. La primera persona con la que se encontró después de salir de su coche fue la enfermera escolar.
Intercambiaron saludos y luego ella le entregó a Alix una carpeta de bolsillo negra. No la abrió de inmediato porque nunca sabía qué esperar cuando se trataba de la enfermera.
—¿Qué es esto? —preguntó, cansadamente.
La enfermera subió sus gafas y respondió:
—Mis detalles. Antecedentes familiares, educación, calificaciones profesionales, pasatiempos, medidas corporales, gustos y disgustos.
—Espera, ¿estás renunciando, pidiendo un aumento o buscando cambiar de departamento? —Una Alix perdida levantó la mano y le preguntó a la mujer.
La mujer negó con la cabeza: