Al ver que el perro Alabai se calmaba, Kisha se acercó con cautela al zombi desde atrás.
El perro seguía acaparando la mayor parte de la atención del zombi, esquivando hábilmente sus ataques saltando de un lado a otro.
Estaba claro que el perro no quería hacerle daño a su dueño, sino que parecía estar protegiendo algo.
Siempre que Kisha se acercaba demasiado, el zombi sentía su presencia y se giraba para enfrentarla.
Ella dudaba, sin saber si podía atacar todavía, ya que no comprendía completamente la condición del zombi. Kisha sabía que tenía que ser extremadamente cautelosa.
Kisha saltó hacia atrás rápidamente para evitar la garra del zombi. En lugar de un ataque frontal, el zombi parecía más defensivo, reaccionando por hambre en lugar de pura agresividad.
A partir de sus observaciones, estaba claro que el zombi no tenía intención de atacar, sino que estaba impulsado por la desesperación.