—¿Y qué podría ser más privado que la villa del Señor de la Ciudad? —murmuró para sí mismo.
No pasó mucho tiempo antes de que llegaran al estudio de la villa, un lugar reservado para las discusiones más críticas y sensibles.
Duke parecía completamente despreocupado por la elección, encontrándola el curso de acción más natural.
Acomodándose en su habitual silla de cuero, se recostó con facilidad practicada, apoyando su barbilla en sus dedos entrelazados, con los codos descansando casualmente sobre el escritorio.
—Vice Señora de la Ciudad, ¿el artículo que está entregando es de gran importancia? —preguntó Tristan directamente, firmemente atento ante Duke, su tono reflejando tanto curiosidad como respeto.
—Hmm —respondió Duke con un simple murmullo, moviendo su muñeca despreocupadamente para llamar la atención hacia el anillo en su dedo.