Pero el esfuerzo no estuvo exento de desafíos.
Cuanto más mataba Kisha, mayor era el montón de cadáveres de zombis que se amontonaba bajo la pared, creando una grotesca montaña que los zombis restantes comenzaron a usar como peldaños para escalar la pared.
Kisha frunció el ceño mientras observaba la implacable marea de no muertos continuar su avance.
Sus ojos se desviaron hacia la siniestra sonrisa del zombi evolucionado, y se le hizo claro a ella: lo había planeado todo esto.
Cuanto más mataba, más cadáveres se acumulaban y pronto, el montón sería lo suficientemente alto para que los zombis treparan la pared y se deslizaran más allá de sus defensas.
El zombi evolucionado no estaba preocupado por la cantidad de cuerpos: estaba contando con esta misma estrategia.
Pero el zombi evolucionado no se detenía allí.
Mientras Kisha estaba ocupada con la horda de zombis escalando la pared, comenzó a lanzar más zombis como si fueran balas de cañón hacia la base.