—Señor —un hombre en traje llamó, su mirada en el hombre sentado en el sillón alado, que estaba de frente a la chimenea vacía. Cuando el hombre en la silla movió levemente su cabeza, el de pie se acercó y se detuvo justo un paso detrás de él.
Se inclinó hacia adelante, y le susurró algo al hombre sentado. Una vez que terminó, enderezó su espalda.
—Já... —el hombre sentado emitió un murmullo, inclinando su cabeza en comprensión. La comisura de su boca se curvó divertida—. Déjalo ser.
—Pero dijeron que no pueden recuperar todos los archivos, y aunque pudieran, podría llevar meses —tal vez hasta uno o dos años.
El hombre en la silla asintió. —Y déjalos ser. Que los quemen todos completamente. Estoy seguro de que intentar arreglar aunque sea algunos de esos dispositivos se volverá en nuestra contra.
—Sí, señor —el hombre de pie tras él inclinó su cabeza—. Enviaré el mensaje de inmediato.