[ADVERTENCIA: ESTE CAPÍTULO CONTIENE CONTENIDO PERTURBADOR Y GRÁFICO. LEER CON PRECAUCIÓN.]
CLANG!
La mano de Zoren se quedó congelada, mirando el cuchillo que se había clavado directamente en el plato. El plato se partió en dos por la fuerza, y la hoja estaba a solo unos centímetros de su dedo. Lentamente, dirigió su mirada hacia su madre.
Naylani cerró los ojos y apretó los dientes, lágrimas acumulándose bajo sus párpados. Mientras las lágrimas recorrían sus mejillas, abrió los ojos para mirarlo. Su hijo la miró a ella, y ni siquiera se inmutó.
—Lo siento —susurró ella, mordiéndose los labios temblorosos para detenerlos—. Lo siento.
...
—Se me resbaló la mano —explicó ella—. Te traeré una nueva tanda de bocadillos, ¿vale? No te enfades... por favor. Mamá no estaba pensando, fui descuidada.
...
—Ya vuelvo. Naylani rápidamente soltó el cuchillo sobre el plato roto, recogiendo sus pedazos y la fruta que se había derramado. Una vez que recogió todo, corrió fuera del ático.