Estoy asustado, Mama.

[ADVERTENCIA DE GATILLO: ESTE CAPÍTULO CONTIENE CONTENIDO PERTURBADOR Y GRÁFICO. LEER CON PRECAUCIÓN.]

El joven Zoren fue al ático de la mansión, donde solía pasar su tiempo. Era la sala de ocio de su padre cuando quería un poco de paz solo —o cuando necesitaba estudiar y su habitual sala de estudio se sentía demasiado abarrotada para que su mente funcionara.

El ático no era grande, así que era perfecto para que el joven Zoren pasara allí su tiempo. De pie frente a la ventana redonda, que no tenía apertura, miró el camino de entrada donde había visto salir a la ayudante antes. Después de un rato, escuchó la puerta chirriar detrás de él. Debido al abrumador silencio en la casa, el chirrido sonó alto y casi siniestro.

En la puerta, Naylani estaba de pie sosteniendo un plato de frutas cortadas para su hijo. Sin embargo, su otra mano estaba escondida detrás de su espalda.