¿Por qué Zoren, y no él?

Entretanto...

Dean caminaba con ímpetu, sus pasos apresurados y pesados, siguiendo a Zoren y a Penny mientras ambos se acercaban a su coche.

—¡Penny! —gritó con fuerza, sabiendo que no podría acercarse a ellos debido a los guardias que los rodeaban. No se sentía bien, ya que solo amplificaba la distancia que había crecido constantemente entre ellos.

—¡Penny!

Penny y Zoren no se detuvieron. Zoren fingió no escuchar el llamado de Dean. Él le abrió la puerta a ella, sonriéndole como todo un caballero. Pero cuando Penny no entró, él ya sabía lo que ella iba a decir.

—Entra tú primero —dijo ella, lo cual él ya había adivinado en su mente—. Solo voy a hablar con él.

Zoren no respondió inmediatamente, mirando a su esposa en silencio.

—¿Estarás bien? —preguntó—. ¿O debo quedarme contigo?

—Está bien —ella lo tranquilizó—. Puedo manejarlo.

—De acuerdo —asintió él después de un segundo—. Entonces esperaré.