La tercera rueda

—Has pasado todos estos años sirviendo en la cocina, pero Penny es nueva en la mesa. Tengo plena confianza en ella, pero cuanto más apoyo tenga, mejor. ¿Puedes hacer eso por mí, mi niña?

Por un rato, la Señora Mayor Pierson y Mildred no hablaron, solo se miraban la una a la otra. Mildred mantenía sus labios presionados en una línea delgada, sus ojos girando con emociones encontradas.

—Señora Mayor, ¿usted se va a retirar? —preguntó Mildred, enfocándose en eso, ya que tenía la máxima importancia para ella—. ¿Por qué? ¿Hay algo mal?

La Señora Mayor Pierson se rió entre dientes. —Soy vieja, Mildred. A mi edad, esperaba que nadie se sorprendiera cuando anuncié esto.

—Pero aunque sea vieja, sigue tan aguda como la recuerdo —frunció el ceño Mildred, preocupación brillando en sus ojos—. Señora Mayor, ¿esa es realmente la única razón por la que se retira?

—Sí —mintió la Señora Mayor Pierson sin dudar, asintiendo a Mildred para evitar que se preocupase más.