—¿Quieres que tus problemas desaparezcan? Entonces, tengo una tarea para ti —leyó Patricia en voz alta la nota que venía con el boleto de la reunión.
Sentada en el sofá de su habitación, una pierna descansaba sobre la otra y tenía los brazos cruzados sobre el pecho. Sus ojos estaban fijos en el boleto y luego en la nota que había al lado.
—¿Qué dice otra vez? —se preguntó en voz alta, alargando la mano para leer la nota una vez más—. ¿Quieres que tus problemas desaparezcan?
El rostro de Patricia se torció mientras daba vuelta a la tarjeta, donde estaba escrito el número de contacto. —Bah... como si fuera verdad —rodó los ojos y chasqueó la lengua.
La última vez que cayó en este tipo de truco, terminó engañando al hombre más poderoso de Anteca. ¿Y qué consiguió con eso? Este tipo de vida. Las personas que le habían ordenado hacer esa cosa despreciable ni siquiera la ayudaron.
Todos simplemente desaparecieron como por arte de magia.