—¡Viva! ¡Hurra!
—¡Hurra!
—¡Viva! ¡Hurra! ¡Hurra!
El equipo de baloncesto llevó a Atlas y Hugo por el aire, lanzándolos y atrapándolos mientras celebraban su victoria. El público, por otro lado, seguía animando con aplausos, palabras de felicitación y palabras de ánimo.
—¡Lo hicieron genial, Equipo Max!
—¡Está bien, Equipo! ¡Fue divertido!
—¡Buen juego!
—¡Señor Hugo! ¡Te amamos! ¡Estoy soltera!
—¡Gran trabajo, todos!
Mientras estos aplausos mixtos resonaban a través de la cancha, Max echó un vistazo al marcador. En el cuarto tiempo, la puntuación del enemigo continuó disparándose, y el juego terminó con una diferencia de veinte puntos. Él sabía que se habían contenido o más bien mantenido la brecha en ese número cuando podrían haber hecho más.
—Señor Max, lo sentimos —uno de sus compañeros no pudo evitar hablar—. Si tan solo tuviéramos más experiencia o al menos estuviéramos más entrenados físicamente, podríamos haber ayudado.