Puedo verte

—Ese tercer hermano mío… Penny gimió mientras se masajeaba la nuca, extendiendo la mano hacia el pomo de la puerta del dormitorio principal. Se detuvo, estirando el cuello hasta que oyó que crujía.

Un suspiro de satisfacción escapó de ella al sentir la tensión en su cuello liberarse con ese crujido. —Así está mejor —murmuró, girando el pomo y empujando la puerta para abrirla.

En cuanto Penny abrió la puerta, sus ojos se posaron en la persona que estaba sentada en la cama. Zoren tenía la espalda contra el cabecero, sosteniendo una tableta en su mano como si estuviera leyendo algo. Cuando oyó la puerta abrirse, lentamente despegó sus ojos de la tenue luz cálida de su pantalla hacia la persona en la puerta.

Una hermosa sonrisa apareció en su rostro en el momento en que se fijó en su esposa. —No lo mataste, ¿verdad? —su voz era calmante y tranquila. Su sonrisa era tan encantadora que estaba derritiendo su corazón.