No tientes a la suerte.

Patricia había olvidado qué película era, pero recordaba una línea de un filme que había visto hace mucho tiempo. Decía que estar ante las puertas de la muerte era un lugar de realización, arrepentimiento y claridad—un lugar de autorreflexión.

Allí, una persona veía su vida pasar frente a ellos. Algunos encontraban paz en ello; otros encontraban arrepentimiento. ¿Pero Patricia? Encontró una ira que nunca antes había sentido —un odio que probablemente nadie más podría albergar en toda su vida.

—Yo… te mataré —exhaló entre dientes apretados, cada respiración se sentía como un dolor punzante en sus pulmones. Sin embargo, no se detuvo mientras levantaba lentamente la vista hacia las personas que se alzaban sobre su cuerpo golpeado.