—Xiao Guo, el número de cupones que recibe cada hogar es fijo, y si me los das a mí, significa que tu esposa e hijos tendrán que prescindir. Además, en casa no nos falta. Sería mejor que los recuperaras rápidamente —dijo Jiang Lifang.
—Gracias, cuñada —dijo el Secretario Guo al ver que la cuñada mayor se estaba alterando, no tuvo más remedio que tomarlos.
—Si alguien debe agradecer, debería ser yo agradeciéndote a ti, de lo contrario, habríamos tenido que comer fuera —dijo Jiang Lifang, sintiéndose un poco aliviada al ver al Secretario Guo tomar el dinero y el Cupón de Grano.
No le gustaba aprovecharse de los demás, y no es que a su familia le faltara algo.
—Es lo menos que podía hacer —dijo el Secretario Guo—. Cuñada, tengo algunos recados que hacer, así que me iré ahora y te visitaré otro día.
—Vete, vete, con el Viejo Huo ausente estos días, tú también lo has pasado mal —Jiang Lifang era muy amable, observando crecer al Secretario Guo y sintiendo bastante orgullo.