Los asuntos sobrenaturales requieren soluciones sobrenaturales.
Huo Yingjie escuchaba la conversación de He Tiantian, aparentando entender pero no del todo, con la mirada constantemente cambiante.
Sin embargo, él miraba hacia abajo, y ni He Tiantian ni He Jingyu lo vieron.
Después de cenar esa noche, He Jingyu se sentó en el sofá de la Familia Huo, sorbiendo té y charlando.
—Por cierto, Viejo He, ¿qué estabas a punto de decir en el tren antes? Parecías tan reservado, como si las paredes tuvieran oídos —dijo Huo Zhekun, sabiendo que He Jingyu siempre era honesto y directo, no del tipo de doble discurso.
—Estaba a punto de contarles a todos —He Jingyu dejó la taza que tenía en la mano—. Es así, detrás de las montañas de la Aldea Qijia...
He Jingyu relató todo lo que había visto en la Aldea Qijia, así como el clima armonioso del pueblo y el reciente aumento en recién nacidos.
Huo Zhekun y Jiang Lifang escucharon, atónitos.