En el año 2024 , la antigua leyenda de Saurus había quedado casi olvidada en los confines de la historia. El laboratorio subterráneo en Yamet, ahora parte de la nación de Tspiracole tras las sangrientas guerras fronterizas, era poco más que una nota al pie en viejos archivos militares. Para la gente común, era solo una historia para asustar a los niños antes de dormir.
Pero todo cambió una noche de primavera.
Era casi medianoche cuando los ciudadanos de un pequeño pueblo cercano al antiguo laboratorio caminaban tranquilamente por las calles. Las luces de las farolas iluminaban la niebla baja que cubría el suelo, y todo parecía en calma. De pronto, un golpe ensordecedor resonó en la distancia , haciendo temblar las ventanas. Los transeúntes se miraron entre sí con nerviosismo, pero, después de un breve intercambio de miradas, optaron por ignorar el sonido. Tal vez era solo algún accidente en las viejas fábricas abandonadas.
A la mañana siguiente, sin embargo, las alarmas se dispararon . Los guardias que vigilaban las ruinas del laboratorio descubrieron algo aterrador : la puerta principal estaba rota , arrancada de sus bisagras como si una fuerza inmensa la hubiera destrozado desde dentro. Las expediciones confirmaron lo peor: Saurus había escapado .
El gobierno de Tspiracole, en un estado de emergencia sin precedentes, lanzó una advertencia nacional, transmitida en celulares, televisores y radios de todo el país:
" Alerta, alerta. Esto no es un simulacro. Repito, esto no es un simulacro. Saurus ha escapado. Regrese a su casa lo más pronto posible. Eche pestillo a puertas y ventanas. Asegurelas con tablas de metal o madera. La seguridad es lo primero. Refúgiese con su familia en un cuarto que de preferencia no tenga ventanas. Pase lo que pase, no abra la puerta. Confiamos en nuestros dioses. Cuando la situación se haya controlado, será comunicado. "
El mensaje estaba acompañado por el sonido de una sirena aterradora , un eco que se extendía por las ciudades y pueblos, provocando pánico en cada rincón de Tspiracole. Nadie estaba preparado para lo que venía.
Nikolai Zorin , un hombre de 28 años, se encontraba trabajando en su pequeño taller mecánico cuando recibió la notificación en su celular. Al principio pensé que se trataba de un error, una broma o una prueba de emergencia. Pero cuando la sirena comenzó a sonar desde las calles, y vio a la gente correr desesperada hacia sus casas, entendió que algo estaba terriblemente mal.
Nikolai había escuchado las historias cuando era niño, leyendas que su abuelo le contaba sobre un monstruo en las montañas. Pero siempre las había desechado como cuentos absurdos para asustar a los crédulos. Nunca pensé que ese monstruo pudiera ser real . Con el corazón acelerado, cerró rápidamente las puertas de su taller y se lanzó a su camioneta. Su única prioridad era llegar a su casa en las afueras del pueblo, donde su esposa Elena y su hijo de cuatro años, Dimitri , lo esperaban.
La carretera hacia su hogar estaba llena de caos. Carros abandonados , personas corriendo por las calles, gritos de desesperación. El aire estaba cargado de miedo. Mientras manejaba a toda velocidad, la radio de su camioneta seguía transmitiendo las advertencias.
" Saurus ha escapado. Repito, Saurus ha escapado. No salga de su casa bajo ninguna circunstancia. "
Finalmente, llegó a su pequeña casa de campo, donde Elena lo recibió con ojos llenos de pánico. Ya había cerrado todas las ventanas y colocado muebles pesados frente a la puerta principal. Nikolai corrió a ayudarla a reforzar las entradas con cualquier cosa que tuvieran a mano: tablones de madera, metal y hasta alfombras enrolladas para bloquear cualquier acceso.
El pequeño Dimitri observaba con miedo, aferrado a su madre, sin entender del todo lo que estaba ocurriendo. El ambiente dentro de la casa era sofocante , el silencio pesado, solo interrumpido por el constante sonido de la sirena que aún se escuchaba a lo lejos.
"¿Crees que esto es real?", preguntó Elena, su voz apenas un susurro, como si temiera que hablar más fuerte pudiera atraer al monstruo.
Nikolai no respondió. Solo podía pensar en lo que había visto en las calles, en la gente corriendo en pánico, en la advertencia que sonaba en cada dispositivo. Si era real o no, no importaba. Debían sobrevivir .
La noche cayó con una pesadez opresiva. Afuera, todo estaba en silencio. Demasiado silencio . Nikolai había apagado las luces de la casa y llevó a su familia al sótano, un pequeño cuarto sin ventanas que usaban para almacenar herramientas y alimentos. A medida que pasaban las horas, el miedo crecía. Escuchaban ruidos lejanos, crujidos extraños en el viento, pero no podía estar seguros de lo que realmente sucedía en el exterior.
Cerca de la medianoche, justo cuando Dimitri empezaba a quedarse dormido, se oyó un rugido . Un sonido profundo, gutural, que parecía provenir de las entrañas de la tierra. El rugido de Saurus .
El suelo tembló ligeramente, como si algo monstruoso caminara por las cercanías. Elena miró a Nikolai, sus ojos llenos de pánico. Ambos sabían que la criatura estaba cerca .
"Papá...", susurró Dimitri, despertándose. Pero Nikolai lo abrazó, cubriéndole los oídos.
De pronto, escucharon un golpe fuerte en la puerta principal , como si algo la hubiera golpeado con una fuerza inhumana. Todos se congelaron. Elena intentó contener las lágrimas mientras Nikolai, en silencio, preparaba una vieja escopeta que había guardado en el sótano.
Otro golpe. Más fuerte .
Y luego... silencio .
El corazón de Nikolai latía con tanta fuerza que casi podía sentirlo en su garganta. Sabía que Saurus estaba allí, acechando, esperando un error. Los minutos pasaron con la lentitud de una pesadilla. Afuera, solo se escuchaba el viento, arrastrando los ecos de ese rugido primitivo.
De pronto, se oyó un crujido , como si algo afilado se arrastrara por las paredes de la casa. Nikolai sabía lo que era. Las garras de Saurus arañaban las paredes de su hogar, buscando una entrada. Pero no podía moverse, no podía hacer ruido. Estaban atrapados, confiando únicamente en las tablas y las cerraduras que habían colocado.
Todo lo que podía hacer ahora era esperar... y rezar para que el monstruo no lograra encontrar su camino hacia ellos.