Siempre hay una primera vez para todo.
Desde que nacemos, todo son nuevas oportunidades, nuevas experiencias; una nueva vida. Con esta viene el conocimiento, el saber. Tanto lo que queremos conocer, como lo que evitamos ver.
Es algo clave para el ser humano, y a su vez, normalmente es la razón por la que no hacemos ciertas cosas.
“Es mi primera vez haciendo esto, no creo que lo haga bien, y por eso no quiero hacerlo.” No es algo desconocido, pero es algo de lo que desconoces la forma en la que hacerlo, o en este caso, desconoces como te saldrá.
Del conocimiento surge la falta del mismo, lo oculto y lo vacío. Uno puede inclinarse hacia 2 posturas ante esto: El rechazo, o el interés.
Algo nuevo puede ser tanto terrorífico como curioso. ¿Cómo se sintió Oppenheimer al dar con el diseño de la bomba atómica? Seguramente curiosidad. Algo tan complejo sería imposible de hacer en la realidad, ¿o no?
¿Qué sintió al ver como, tras tanto esfuerzo, esa misma bomba logró estallar en su primer ensayo? Cualquiera habría sentido miedo de ver algo tan devastador.
El ser humano como tal también cae en esta categoría. Siempre hay una parte de nosotros que solo puede ver uno mismo, oculta del resto, la cual algún día, podría ser revelada a alguien.
Ya sea mediante una amistad, una relación amorosa, alguien ajeno puede ver esa ‘otra cara’. Al final, toda relación sana requiere compartir tu ‘ser’ con el otro.
Por eso hay gente que rechaza tener una relación. No se ven capaces de poder conectar con esa otra persona, y si esta misma decide enseñarle su otro yo, no sabría como reaccionar ¿Y si esa otra cara es una que no puedo aceptar? ¿Y si hace que no quiera estar con esa persona nunca más? La incapacidad de aceptar algo así lleva al rechazo.
Aún así, alguien tiene noción de esa faceta, y puede tomar control de ella, ¿pero qué hay de esa parte que nadie, ni siquiera tú, puede ver?
¿Qué hay dentro del ser humano?
Deseos impuros, pensamientos nefastos, todo aquello que se considera ‘pecado’ está dentro de uno. Hay veces que, de repente, se presentan como impulso y nos dejan solos con las consecuencias de sus actos, todo sin saber qué ha causado todo eso.
No vemos la cara de esa ‘entidad’ que toma control de nuestro cuerpo, para hacer lo que le venga en gana.
No la vemos, no hay una ‘primera vez’ en la que actuemos ante ella, pero ella nos hace actuar de cierta forma. Esa es la ‘primera vez’ que el alma se relaciona con la persona, algo que no podemos saber, ya que tampoco la podemos ver.
Es la obligación del ser humano, el conocer.
Por eso hay una primera vez, ya que sin ella no habría saber.
La primera vez de algo también afirma la existencia de lo que se vive.
Si es mi primera vez viendo a una persona, entonces las personas existen.
Si es mi primera vez estando triste, entonces la tristeza, y por ende, las emociones, existen.
Aquel día, fue la primera vez que vi su cuerpo inerte.
Aquel día, fue la primera vez que vi su sangre manchar el suelo.
Aquel día, fue la primera vez que se suicidó.