Capítulo 3: Un Lugar Blanco

No quería levantarme. Estaba cansado de tanto andar, algo me dice que debería de despertarme, pero simplemente no quiero. Me da igual estar durmiendo en un coche, solo quiero dormir un poco más, incluso si alguien me está-

“-ku, despierta, vamos”

“Ah?”

“Mira, pero si estas vivo y todo!”

“Me he dormido?”

“Si, pero no te preocupes.”

Me levanté rápidamente, sobre todo por las molestias. No tardé en coger mi mochila, y mi bolsa con todas mis cosas.

“Muchísimas gracias por traerme aquí.” Me habían dejado en frente de mi casa. Tampoco tenían que tomarse la molestia de hacerlo.

“No pasa nada. Por cierto, hay alguien en casa?” Preguntó la madre de &$%”!.

“Mi padre debería de estar trabajando todavía, pero mi hermana estará en su habitación”

“Tienes llaves, no?”

“Por supuesto”

“Perfecto. Entonces, que tengas una buena noche.”

“Igualmente”

“Adiós, Riku”

“Adiós!”

Cerré la puerta del coche, y ellos se fueron.

La noche era bastante brillante, debido a que la luna era llena. Una pena que no se viera ni una estrella.

Me acerqué a la puerta para abrirla mientras sacaba la llave. Había una farola arriba de la puerta, por lo que podía ver el cerrojo perfectamente. Saqué la llave y con ella abrí la puerta.

Voy a darle una sorpresa a Amaya…

No parecía que hubiera ninguna luz dada por la casa. Supongo que mi hermana estará viciándose, o haciendo cualquier cosa propia de ella.

Al entrar, encendí la luz de la entrada, me quité los zapatos, y cerré la puerta detrás mía.

Luego pasé al salón, en donde dejé todo lo que me llevaba en la mesa, y también abrí la caja con el regalo. Tenía pensado subir a la habitación de mi hermana y sorprenderla con la figura, estilo:

“Sorpresa! Amaya, mira lo que te he traido!”

“Ah! No me digas, es para mí?!”

“Si, te la voy a regalar”

“MUCHISIMAS GRACIAS, RIKU!!!!” Y que ella sonría, mientras está dando saltos de alegría, sujetando la figura, y mirándola entusiasmada.

Ahhh, no puedo quitarme la imagen de la cabeza ahora…

Pero, antes de hacer nada, me tiré al sofá.

“Ahhh, me puedo esperar un momento para eso…”

Aunque ya había estado un tiempo sentado en su coche, todavía estaba muy cansado.

Además, no hay nada que iguale la comodidad de estar aquí sentado, me dan ganas de tumbarme y todo.

“… De verdad le va a gustar?”

Por qué dudo sobre ello? Aunque no le guste, con el detalle de haberla comprado algo será suficiente…

-Lo será?

Suspiré, ante mi propia duda. “Soy un inútil hasta para esto. Normal que luego me diga que solo hago el vago.”

Y lo peor es que se conforma con ello!

Pero, tiene razón. Debería de ponerme a estudiar, incluso si no lo necesito. Ya saco muy buenas notas sin siquiera estudiar, por lo que sería demasiado.

Por lo menos, debo prepararme para cuando necesite estudiar. Y también debería de ponerme a ayudar en casa!

Si hoy he podido hablar con completos desconocidos, entonces soy capaz de todo!

Salté del sofá al instante. “Uooo! Vamos! Como no se lo de ahora, no voy a poder dárselo nunca!”

Cogí la figura, y empecé a subir las escaleras, y tuve que parar mi entusiasmo, para subir las escaleras lentamente. No quería que Amaya se diera cuenta de que estaba subiendo

Cuando llegué arriba, encendí la luz del pasillo. No quería usar la linterna del móvil.

Quizá se da cuenta de que he llegado, pero seguramente ya me habrá escuchado abrir la puerta de la entrada.

Fui avanzando lentamente por el pasillo, por si acaso, y en breve, llegué a la puerta.

Asumí que estaría dormida, ya que no oía nada.

Si es así, voy a entrar poco a poco, para despertarla con una sorpresa. Agarré el pomo, y abrí la puerta poco a poco.

Cuando la luz iluminó parte de la habitación, alguien estaba tirado en el suelo.

Sus pies estaban orientados hacia la puerta, pero, cuanto más observaba, menos entendía lo que estaba pasando.

Ya de por sí, que alguien estuviera tirado en el suelo no era normal. Pero, sus manos estaban manchadas de-

“-Sangre?”

Susurré esas palabras inconscientemente.

Esa persona tenía las manos manchadas de sangre. Pero, no solo eran las manos. Toda su camiseta estaba empapada de ella, sobre todo su cuello.

No, no es que su cuello estuviera manchado de sangre, la sangre salía de su cuello.

El tiempo se paró por un instante.

Mi cuerpo reaccionó inconscientemente, estaba sacando el móvil, pero no era capaz de procesarlo.

Qué estaba pasando?

No sabía si era verdad o no, pero la luz del pasillo cada vez me dejaba ver la escena mejor.

Había un cuchillo.

Cerca de una de sus manos había un cuchillo.

Mientras todavía salía sangre de su garganta cortada, yo estaba allí, quieto, con el móvil en la mano. Aún no entendía que hacía esa persona ahí.

Qué? Qué es esto? Es esto una broma? Un mal sueño? No me hace ni puta gracia. Qué cojones es esto? Qué coño está pasando? Quien ha hecho esto?

Esto no es verdad. No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no.

Es solo un sueño, una broma de mal gusto. No es verdad, no es verdad, no es verdad, no es verdad.

Qué hace este cuerpo aquí?! Qué es esto, una escena del crimen?! Ni que esto fuera un puto banco!

Esto no está pasando. No. Aquí debería de haber alguien. Alguien que yo conozco. No debería de haber nadie tirado en el suelo.

A qué venía yo en primer lugar?

Si. Amaya. Donde está? Esta es su habitación, no?

Mientras tenía mil y un pensamientos en un solo segundo, miré la cara de la persona tirada en el suelo.

Estaba pálida.

Tenia unas ojeras moradas que destacaban más que sus ojos.

Sus ojos.

Sus ojos.

Sus ojos.

No tenían luz.

Ahí fue cuando me di cuenta.

Sé de quien son.

Yo conozco est-

“AMAYA!”

Me abalancé hacia ella lo más rápido que pude, tirándome encima de ella, y soltando la figura de mis manos.

Dirigí mi atención a su herida.

Negro. No parecía sangre. Salía de su cuello. Estaba caliente. Desprendía un olor asqueroso. Quería pararlo. Cómo?

Me di cuenta de que tenía el móvil a mano. Lo encendí.

Me temblaban las manos. Me costó marcar el 119, pero lo hice. No tardaron nada en coger el teléfono.

“Aqu-” Interrumpí a la persona detrás del teléfono, y no tardé ni un segundo en decir mi dirección.

No podía escuchar lo que yo decía, mucho menos lo que se escuchaba del otro lado del teléfono. El pitido en mis oídos no me dejaba. Todo daba vueltas. De igual manera, puse la llamada en altavoz.

“P-porfavor, venid. A-Amaya, Amaya está…” Me temblaba la voz. No estaba pensando en lo que decía. No pensaba. En nada. No sabía que hacer. Estaba en blanco.

Qué se supone que deba hacer?!

“Traed a una ambulancia por favor !” Lo rogé de una manera patética. En cuanto dije eso, tiré el móvil al suelo, para ver a Amaya.

Me estaban hablando. Qué era lo que decían? Ah, si.

Sangre, Sangre, Sangre, Sangre, Sangre, Sangre, Sangre, Amaya, Sangre, Sangre, Sangre, Sangre, Sangre, Sangre, Amaya, Sangre, Sangre, Sangre.

Mi atención estaba en su herida, y únicamente en ella.

Estaba congelado. No me movía en absoluto. No actuaba. Solo pensaba. Pero, en qué? Qué es en lo que tengo que pensar para que todo vaya bien?

Ah, si. Es verdad. Todavía salía sangre. Estaba caliente. Amaya todavía. Puedo. Puedo?

No, puedo hacerlo. Tan solo está inconsciente! En cuanto despierte, podré verla a los ojos! No va a morir tan rápido! No debería.

Amaya, Amaya es fuerte. Si. Esto no es nada. Es una tontería. Después de que la atiendan no va a pasar nada.

No la voy a dejar! no No NO.

La voy a salvar! si Si SI.

No la voy a abandonar, soy su hermano.

Soy su hermano, y la voy a ayudar. Soy su-

“Eres su asesino”

1.

Un lugar blanco. Todo a mi alrededor era Un lugar blanco. Yo estaba en ese espacio en blanco, de rodillas, estaba ayudándola hasta hace un momento.

Mis manos. Mi camiseta, mi cara. Por alguna razón, estaba manchado de pequeñas gotas de sangre, pero mis manos estaban bañadas en ella.

No podía escuchar nada. No podía ver nada. Todo era-

Un lugar blanco. No sé que es esto, qué es esto?. Y Amaya? “Amaya!” Grito su nombre, mientras miro al suelo. sorprendido y enfadado, miro al suelo, miro al suelo.

Ah...Ah!…” Jadeé.

AMAYA, AMAYA, AMAYA, AMAYA, AMAYA, AMAYA, AMAYA, AMAYA.

Un lugar blanco. Todo a mi alrededor era blanco. Yo estaba en ese espacio. Él estaba en ese espacio. Estaba de pie, enfrente mía.

Espera. Es él. Él me ha llamada eso. Este hijo de-

“Donde está Amaya?” Estaba cuanto menos, desesperado.

“Yo no me la he llevado a ningún lado, has sido tú.” Era yo yo, yo, yo, yo.

Quien tenía en frente estaba mirándome, como si yo fuese una alimaña. Me miraba por encima del hombro. Me da asco. Debería de estar muerto.

Un lugar blanco. No llevaba la misma ropa que yo, pero he visto esa ropa antes.

Un lugar blanco. Conozco ese pelo.

Un lugar blanco. Esa mirada.

Un lugar blanco. Esa voz.

Un lugar blanco. Qué acaba de decir?

Amaya…” Odio. Desprecio. Envidia.

“Llegas muy tarde.” Pereza.

“DEVUÉLVEME A AMAYA!”

Me desgarré la voz. Me levanté y le pegué un puñetazo en toda la cara. Le pequé una y otra vez. Estaba desquiciado.

Cada vez que le pegaba, no sentía nada. No sentía mis puños, no me dolía nada. Solo quería pegarle. Otra y otra y otra vez.

Amaya, Ayama, Ayama.

No podía parar de repetir ese nombre. Lo iba a matar. Él tenía la cara desfigurada. Sería una sorpresa para cualquiera decir que antes era la cara de una persona.

Me estaba cansando. Cada vez le pegaba con menos fuerza, y con un ritmo más lento. Me costaba respirar. Pero no quería parar. Un último puñetazo. Solo uno más.

Pero, antes de dárselo...

Me perdí. Me perdí en un lugar blanco.

Riku estaba de rodillas, mirando al frente. Mirando un horizonte blanco. Había alguien enfrente suya. Ahí estaba él.

Quiero matarle, voy a matarle, ya le había matado, pero está ahí… Espera. No me puedo mover. Qué? Cómo? Por qué?

“Menudos modales. Es así como recibes tú a alguien?” Él tenía una voz enfadada y molesta, pero su cara mostraba una expresión tranquila. Era un joven, al igual que Riku, quizás demasiado parecido a Riku.

“Bah, da igual. Que sepas que esto te lo has buscado tú. Te pasa por ser tan salvaje. Si sigues tirándote a la gente de esa forma, no vas a llegar a ningún lado.” Tenía una voz serena. Incluso después de haber sido agredido de tal forma, no guardaba una pizca de rencor ante Riku.

Lo extraño era su falta de secuelas en su cuerpo. Su cara estaba intacta. Como si nada hubiera pasado. Riku estaba confundido.

“Bueno, dime, donde está tu excusa?” Él miró a Riku. Bajó su mirada. Le observó como si de a un bicho se tratase.

Qué excusa? Me da igual. Amaya. Dame a Amaya. La voy a salvar. Va a estar bien. Va a-

Él se quedó en blanco por un momento. Dirigió su mirada al cielo, y, después de un tiempo, empezó a reír.

“Ni siquiera yo soy tan optimista! Ambos sabemos lo que está pasando, y lo que va a pasar.

“Da igual que se la lleven al hospital. Da igual lo que hagan con ella. Es molesto, si, pero yo ya lo he aceptado.”

Callaté.

CALLATE HIJO DE LA GRANDÍSIMA PUTA QUE LE HAS HECHO A AMAYA DEVUÉLVEMELA NO TE LO VOY A PERDONAR MALNACIDO DE MIERDA SOPLAPOLLAS COMEMIERDA IMBECIL DE LOS COJONES QUE LE HAS HECHO A AMAYA.

Él seguía riéndose, mientras que Riku estaba de rodillas.

No podía moverse, por mucho que lo intentara. No podía mover los músculos de su cara. Ni sus cejas, ni su boca. No podía mostrar la parte más oscura y podrida de su ira.

“No te parece gracioso? Porque estás enfadado? Yo no he hecho nada! Estoy limpio! Impecable!! Agente, soy inocente!”

Cada vez que exclamaba algo, movía sus manos de una forma exagerada. Hablaba con un tono cómico, como si estuviera en un club de comedia.

“Esto es más gracioso cuanto más lo piensas!” Gritó a los cielos, extendiendo sus manos.

Silencio. Solo se podían oír sus respiraciones. Estaba vivo?, se preguntó Riku.

Al haberse calmado, él volvió a hablarle.

“Veo que no entiendes lo que pasa aquí, y que tampoco entiendes tu posición. Ahhh, si, es una pena, una lástima, un disgusto, que dolor! Menos mal que un alma bondadosa a bajado a explicarlo todo. Pero bueno, si te pones así de rabioso, te voy a tener que mandarte a dormir, de una manera u otra.”

Riku seguía enloquecido, su mente era un revoltijo de emociones incontroladas, las cuales no podía liberar de ninguna manera.

Estaba en una jaula, en un cascarón. Un cascarón de carne que se niega a escuchar sus órdenes. Matar, matar, matar, era todo lo que pensaba.

Pero sí podía oír todo lo que él decía.

“Aunque, no puedo dormirte. Si lo hago, que voy a ganar yo? Así no vas a aprender nada.”

Él se puso a pensar, llevándose la mano a la barbilla.

“Ya lo tengo! Si, si, eres un genio. Lo siento amigo mío, pero como no quieres cooperar, te voy a tener que sacar de este mundo. No te preocupes, porque...”

-“...No te voy a abandonar.”

Él sonreía de mejilla a mejilla, de una manera grotesca. En el momento que dijo esas palabras, todo se volvió negro.

Ahí se encontraba Riku. No quería ver nada. Quería cerrar sus ojos. Pero tampoco podía moverse. No podía cerrarlos. Lo único que podía hacer era ver.

El cuerpo de su hermana. Eso era lo único que podía ver. La efímera viveza de su sangre. Su cuerpo tumbado en el frío suelo. Sus ojos sin vida. Su garganta completamente rajada.

Todo. Veía todo y nada a la vez.

Veía todo, porque eso era la definición de “Todo” para Riku.

Veía nada, porque no quedaba nada de ese “Todo” en el que Riku creía. Solo había un trozo de carne que se asemejaba a ese todo, tirado en el suelo, despojado de la más pequeña luz de vida.

No quería aceptarlo. No quería afrontarlo. Pero era evidencia suficiente.

Aunque su cuerpo todavía estaba caliente, y su corazón aún latía, era muy tarde, pensó Riku. Ya que no respiraba.

Pronto, perdería esa calidez, y esos latidos. Solo tenía que esperar. Daba igual lo que él hiciese, sería todo en vano.

Poco a poco, pudo mover sus ojos. Solo sus ojos. No los cerró directamente. Los cerró poco a poco. Y, cuanto más los cerraba, más oía esa palabra.

Asesino, Asesino, Asesino, Asesino.

Esa palabra se repetía en su mente infinidad de veces, sonando una detrás de otra, una encima de la otra.

No, No, No, No.

Lo único que podía hacer Riku era negar. No podía hacer nada más. Pero tenía que cerrar los ojos. Era mejor afrontar mil mentiras, a presenciar una única verdad.

Abrumado por el ruido, Riku consiguió cerrar sus ojos.

2.

“Hola”

Él estaba enfrente de Riku otra vez. Las voces se habían esfumado.

No he sido yo.

“No intentes escapar de ello” Él todavía tenía una leve sonrisa en su rostro.

Yo no lo he hecho…

“Todo esto es tu culpa.”

Yo quería ayudarla…

“Tú la has matado.”

Las palabras de él retumbaron por los oídos de Riku. Riku Intentó taparse la cara. Cuando lo hizo, noto una calidez intensa. No de sus manos, pero de la sangre en ellas.

Se había manchado la cara con esa sangre. Estando de pie, Riku se desplomó, cayendo de rodillas al suelo, apoyando sus manos al suelo para no caer completamente.

“Ha? Ahora vas a ponerte a cuatro patas? Venga, que solo te estoy diciendo la verdad” Él le habló a Riku con un tono medianamente amable, aunque se notaba que no era su intención apiadarse de Riku.

Yo… con mis propias manos… No… no es posible…”

Cuando él escuchó a Riku decir eso, la sonrisa que él tenía en su cara se intensificó considerablemente.

“Si, lo has hecho tu solo. Ha sido un espectáculo!. Aunque ha tardado mucho en hacerlo. Pobrecita.” Un breve tono de tristeza se notó, después del recurrente éxtasis que él mostraba.

“Pero, sabes, es irónico. Por qué intentas huir? Por qué no la puedes mirar a la cara? Si es que de verdad, como puedes caerte dos veces con la misma roca? Vas a abandonar a alguien a quien quieres otra vez, y te da igual? Ni siquiera eres capaz de darte cuenta de lo que haces mal? Como es-”

Mientras él seguía hablando, Riku empezó a recordar,.

“… Caerme dos veces con la misma pierda?”, pensó inconscientemente.

Qué es lo que he hecho mal? La he… abandonado? No. Yo, yo no lo he hecho, verdad? Ahora no he hecho lo mismo que antes! Esto es diferente!… Lo es? No lo he repetido. No repetía mi error.

No la he abandonado, de la forma que abandoné a mi abuela, verdad?

3.

Cuando la tuvieron que ingresar, pasó el tiempo, y fui a visitarla.

Le habían cortado todo el pelo, se veía más pálida, y estaba flaca.

Mi madre ya me advirtió de que no entrara, pero lo hice de todas formas. Quería ver a mi abuela. Solo que no sabía como se veía.

En cuanto vi a la abuela así, le grité al doctor que la sacara de allí. Le supliqué que la quitara todos los tubos que tenía pinchados, que le pusiera su pelo de vuelta, que le devolviera su cuerpo.

Mi madre empezó a gritarme en lágrimas. Me dijo que dejara de decir esas tonterías.

A voces, me explicó que ella había decidido entrar, y que si me había enfadado por eso, entonces era un tonto. Si tenía alguna queja, tendría que decírsela a mi abuela, y a nadie más.

Ahí fue cuando empecé a ver mal a mi madre. No, ahí fue cuando empecé a ver la verdad. Antes, solo intentaba dejarlo pasar. Hablándome de esa forma, con esa voz...

La abuela intentó calmarme. Me llamó, diciendo que ella estaba bien. Yo le dije que no podía estar así, que se viniera a casa, pero ella dijo que esa era su casa ahora.

Empecé a gritarla. Le pregunté por qué no quería volver a casa, por qué se quería quedar allí. Ella me dijo que era lo mejor para ella, y que no puede cambiarlo.

Me dijo que saldría de allí. Que se mejoraría, y que luego vendría a casa.

Esa fue la primera vez que ella me mintió a mí. Y pude darme cuenta. No sonaba convincente. Ese tono, sereno y calmado, seguro y reconfortante, se había ido. Odié que me mintiera, por eso, yo…

No, no quiero recorda-

“Le dijiste que ella era una imbécil, que no quería a su familia. Dijiste que la odiabas, y saliste corriendo del hospital.

“Tu hermana te siguió, para intentar hablar contigo y calmarte, pero tu la rechazaste. La dijiste que te dejara en paz, que no querías ver a la abuela nunca más. Estuviste así todo un mes.

“El enfado te duró poco, pero el resentimiento se quedó. Casi no le hablabas a tu madre, y ella, con la poca paciencia que tenía, te gritaba casi a diario. No había día en el que no tuvieras un problema con ella. Era como si la madre que conocías se hubiera ido.

“Y luego estaba el pobre de tu padre. Tenía que comerse los berrinches de tu madre, sin haber hecho nada. Primero te gritaba a ti, y luego a tu padre. Amaya era la única que se libraba.

“Que si te tenía que mandarte a un internado, o a un monasterio; Que si debían castigarte para siempre. Lo único en lo que se preocupaba tu madre era en quejarse de ti. Así, cualquiera pensaría como tú. ‘Se preocupa más por gritarme a mí, que por la salud de la abuela’.

“Todo cambió cuando, al haber pasado otro mes, tu madre tuvo que salir a hacer la compra. Extrañamente, ella tardó más de lo normal. Tiempo después, te enteraste de lo que pasó.

“Tu abuela había muerto.

“No quisiste salir de tu habitación por una semana entera, y tu madre dejó de perseguirte a voces. Solo saliste gracias a eso…”

De repente, ya no estaba en ese lugar. Estaba recordando, viendo ese momento de hace 5 años.

4.

Alguien estaba tocando a mi puerta. Yo estaba encerrado en mi habitación, jugando con mi tablet, como siempre hacía de pequeño. Si no estaba con la tablet, estaba con algún juguete.

No contesté, pero, la que llamó a la puerta decidió entrar, incluso si ya le había dicho cientos de veces que me dejara en paz.

Hay muchas cosas que les he dicho a mi padre y a mi hermana de las que me arrepiento, y, de las que ya me he disculpado, pero sigue sentándome mal cada vez que pienso en ello. Me revuelve el estómago.

“Riku…” Dijo mi hermana, dejando la puerta medio abierta, y asomándose por ella.

“Dejame en pa-” Contesté con el tono enfadado y reacio, el cual tuve todo el tiempo que estuve encerrado en mi habitación.

“Por favor!” Imploró ella, con un claro todo de tristeza y a la vez miedo en su voz.

No la contesté, pero deje que se quedara.

Era la primera vez que la escuchaba así de dolida, con una voz tan débil. Aunque fuese un niño, sabía que ella estaba mal. Me hacía sentir mal, también.

“…”

“Y-yo... Puedo hablar contigo?”

“… Si”

Quería ayudarme. Aunque no supiera como, quería sacarme de ahí, y tener devuelta al hermano menor con el que siempre ha estado.

Yo le estaba dando la espalda en ese momento. No quería mirarla. No por asco, o enojo, sino por miedo. No quería ver su cara. No quería saber si estaba enfadada conmigo por comportarme así. No quería que me pegara, pensaba que iba a hacerme algo malo.

A veces cuando jugábamos, nos pegábamos. Obviamente, sin intención de hacer daño. Aunque alguna que otra vez, alguien se pasaba, pero pronto lo arreglábamos, y pasábamos a pegarnos otra vez. Eso no era lo único que hacíamos, claro. No éramos tan raros.

Cuando mamá nos veía así, se enfadaba con ambos. En cambio, nuestra abuela nunca nos paraba cuando nos poníamos así. Ella sabía que era un juego, y que lo estábamos disfrutando. A veces hasta me cogía por sorpresa y me hacía cosquillas. Se volvía muy animada cuando jugaba con nosotros, a pesar de la edad que tenía.

No esperaba que ella hiciera lo que hizo en su momento.

No dijo nada después de que le dijera que si. Cerré los ojos y me preparé para la peor, pero…

“...Por qué?”

… Ella se abalanzó a mi espalda, y, apoyada en mi espalda, empezó a llorar.

La puerta estaba cerrada, por lo que nuestra madre no subió a apartarme de ella.

Se aferró a mi ropa fuertemente, mientras lloraba sin freno alguno. Era desgarrador.

Escucharla llorar era algo horrible. Una voz tan frágil, tan rota. Un sollozo tan desesperado…

“Yo… No lo sé…”

Empecé a llorar junto a ella.

No había soltado ni una lágrima desde que mis padres me dijeron lo que había pasado.

No quise, pero a la vez tampoco pude. Intentaba distraerme continuamente para no pensar en ello. Pero, al ver a mi hermana así, no pude parar de pensar en mi abuela.

Cuando pensé en ella, solo me vino una imagen a mi cabeza: La última vez que la vi fue cuando me enfadé con ella.

Qué impresión le he dejado? Me odia? Se ha ido pensando que soy malo? Pensé. Y cuando me dí cuenta de todo esto, empecé a llorar.

No hablé durante el tiempo que estuve así, pero mi hermana balbuceó muchas cosas, algunas la entendí, otras no.

“Yo, no quiero perderte a ti también!… Por favor, no me dejes sola…”

No me dejes sola.

Cuando nos calmamos, mi hermana me dijo una última cosa sobre el tema.

“Y, por cierto, te quería contar una cosa más. Mamá me ha dicho que no te lo diga, así que no digas nada, ok?”

“Ah, ok…”

“Es sobre la abuela, sobre sus últimos momentos. No te importa escucharlo, verdad?”

“S-si! Quiero escucharlo” Dije, sobre todo, con miedo.

Un mar de pensamientos y palabras cruzaron mi mente, todos negativos. Seguro que mi abuela se enfadó conmigo, y se fue con un disgusto. Por qué tuve que comportarme así?

“Lo he apuntado en una nota. Prefieres que lo lea yo, o lo lees por to cuenta?”

“Prefiero que me la leas...”

“Pues, empiezo ya…

“‘Riku, perdóname por estar así. Yo tampoco quiero estar así, pero me toca estarlo. Seguro que entiendes porqué, eres muy listo, después de todo. Y, el que te preocupes tanto por mi hace que me entren ganas de llorar, pero, no lo voy a hacer. No quiero ponerte más triste de lo que estarás ya.

Yo te amo. No podría enfadarme contigo nunca, menos sabiendo lo buena persona que eres. Cuida de tu madre mientras no estoy, ayuda a tu padre, y portate bien con tu hermana. Solo espero que de vez en cuando, vayas a verme. No quiero que sigas enfadado conmigo. Yo no estoy enfadada, por eso quiero que vengas. No quiero que te olvides de eso. Te quiero, Riku. Cuídate.’”

Mi hermana terminó de contarme palabra por palabra lo que dijo mi abuela. Sentía como si ella me lo hubiera dicho en ese momento. Como si hubiese vuelto solo para decirme esas últimas palabras.

“Abuela…” No tardé en empezar a llorar otra vez, con un tono de voz aún más roto. Lloré a mares, y empecé a temblar.

Me abalancé hacia mi hermana, abrazándola. Sin intención de parar, agarré la parte trasera de su camiseta.

“Perdoname abuela!… Yo… Yo… perdón…”

No estuve mucho tiempo llorando, pero sí estuve mucho tiempo con mi hermana. Ella estuvo consolándome todo lo que podía.

No volvió a llorar. Se preocupó más por atenderme a mi. Sentir su mano acariciar mi pelo me relajaba. Me calmaba sentir su calor. Me calmaba al sentir sus manos abrazándome. Me aliviaba con solo saber que estaba con ella.

Sentía como si mi cuerpo estuviese flotando en el espacio, un espacio cálido, con una infinidad de estrellas brillantes… Un lugar deslumbrante, que irradiaba de energía, un lugar…

Un lugar blanco.

5.

Riku estaba tirado en el suelo. Todavía de rodillas, mientras que él estaba cerca suya, de pie, caminando alrededor de su colapsado cuerpo.

Se comportaba como un niño. Cuando Riku levantó su cabeza, él reaccionó.

“Vaya, pero si has vuelto! Qué tal el viaje?”

Por qué estoy recordando eso ahora? Cual es el punto?… No…

Los ojos de Riku se sentían vacíos. Riku estaba vivo, pero el brillo en ellos era tenue, casi inexistente

Sus ojos, de un tono azul oscuro, carecían de ese brillo. Exactamente el mismo brillo que ella tenía.

En ese momento, nada estaba en su mente. Pero todo lo rodeaba, incluso si no lo podía ver, enfrente suya, estaba todo, estaba él.

Qué estaba haciendo? Si, había vuelto de la convención, y le iba a dar el regalo a mi hermana, y…

Su cara se volvió pálida ante esa imagen vívida y nauseabunda. Sus pupilas se encogieron todo lo que podían, mientras temblaban ante lo que veía su mente.

Se llevó las manos a su boca, y pensó en ella para calmarse. Pero todo lo que podía ver era como ese líquido negro la manchaba por completo.

Blegh!”

En cuando se dio cuenta de lo que había pasado, una presión inmensa invadió su cuerpo, y no pudo contenerse más.

Riku empezó a hiperventilar, mientras agarraba su pecho, como si lo quisiera arrancar.

Esa imagen se repetía una y otra vez en su mente. La imagen de quien vio esa misma noche, en la que todavía se encontraba.

“Si te preguntara si la querías o no, que me dirías?” Dijo él, con un tono travieso y juguetón.

Qué quiere ahora? No tengo por que responder, no, no lo voy a hacer. Le odio. Quiero verle muerto. Odio esa mirada de mierda. Ver esos ojos azules hacen que quiera arrancárselos de cuajo. Acaso no es obvia la respuesta?

“Si, lo es.”

Qué?

“Está más claro que el agua. Te preocupas mucho por ella, verdad? Pero, no la vas a poder ver otra vez. Bueno, por lo menos me tienes a mí, no?”

Riku podía sentir como si su sangre estuviese hirviendo otra vez. Estaba enfadándose con la persona que tenía en frente. No podía aceptar nada de lo que estaba pasando. Quería dejar todo como estaba. Pero un solo comentario hizo que se le bajaran los humos.

“La has abandonado”. Dijo Él, con un tono, más serio y decepcionado, mientras miraba a Riku fijamente a los ojos.

“Joder, es que no aprendes de tus errores? No, en absoluto. Por eso los vuelves a cometer una y otra vez, no sacas nada de lo que vives.”

Por qué cree que ha acabado así?

No me dejes sola” Esas palabras retumbaron en mi. Las dijo mi hermana. Eran de mi hermana. No he podido hacer nada. No, es que directamente no he hecho una mierda!

“Es patético que proclames que quieres ayudarla, cuando solo le has estado jodiendo la vida todo el rato. Tu mera existencia ha sido un dolor constante para ella. Tan solo imagínalo. Tu hermano menor, el que supuestamente es tímido, consigue amigos antes que tú. Los trae a casa de vez en cuando, y te hablan. No contento con ello, cuando se deprime, te busca, para que le consueles, como hiciste aquel día. No se preocupa por ti, solo se preocupa por lo que aportas. No debe de ser esto un tipo de opresión?”

Siempre que quise ayudarla, solo acabé llorando en su hombro, sin realmente hacer nada. Es como si le estuviera escupiendo en la cara, y restregándola que yo sí tenía amigos.

“Si, tienes razón, estás en lo correcto, es verdad,

ciertamente!! Tú eres el único que podría ayudarla, y eres el primero que la ha abandonado, y que se ha aprovechado de su parte bondadosa! Siempre que ibas a por ella era por tu propio bien. Nunca pensaste en quien estaba detrás de esa hermana! Siempre era ‘mi hermana’, pero nunca era Amaya!”

Él estaba enfadado, le estaba gritando a Riku sin ningún tipo de filtro. Le estaba contando lo que él pensaba que era la verdad, lo que realmente había hecho.

Riku se quedó de rodillas, aceptando lo que él decía, tuviera razón o no.

Querer hacer algo y hacerlo son cosas completamente distintas. Soñar pero luego no hacer nada es pecar de pereza, es pecar de codicia. Si uno no lucha para cumplir ese sueño, no es nadie. Por qué no me levanté? No hice nada más que reírme en su cara. Por eso casi nunca ha llorado enfrente mía…

Los ojos de Riku se apagaron al instante en el que asimiló su error, ignorando completamente a la persona la cual estaba cerca suya, pero escuchando cada palabra que decía.

Un solo error. Un error tan grave que nunca podría compensarlo. Soledad. Obligar la soledad en alguien.

Podría haber estado con ella. Podría haberla obligado a salir, a acostumbrarse a estar con todos. Pero siempre tuve que dejarla sola. Tuve que dejar que eligiera.

Nunca la apoyé a la hora de tomar la decisión correcta. Casi siempre elegía la opción más segura. Cuando no lo hacía, era cuando salía con nosotros.

Se divertía, pero, nunca se acostumbró. Era alguien externa al grupo. No era parte de él. Por eso, esta siempre era la opción más arriesgada, que era intentar encajar.

Es difícil, sobre todo si es en un lugar que no crees que debas estar. Será igual en su nueva clase? Y en la antigua?

Podríamos haber salido todos los días, juntos. Ir al campo, y ver el cielo estrellado, juntos. Podríamos haber hecho tonterías, juntos. Nunca se tendría que haber preocupado por no ser ella misma.

D-debí de haberla ayudado, debía apoyarla. Pero, la dejé sola. Yo...

En medio de su crisis, él se acercó a Riku, y se colocó detrás suya, agachándose en el proceso.

“Dime, Riku, qué ves enfrente tuya, nada, verdad?”

… Si, nada. No veo nada.

“Exacto, no hay nada porque no ves nada. No ves nada porque no hay nada.”

Si, no hay nada.

“Pero, y si hubiera una estrella? A ti te gustan las estrellas, Riku?”

Él se encontraba agachado, mirando a la espalda de Riku. Riku, de rodillas, miraba al horizonte de ese mundo blanco, y, en cuando la palabra “Estrella” fue mencionada, todo pasó a ser negro.

Diversos puntos blancos aparecieron poco a poco. Y, como si alguien hubiera encendido una luz, estos empezaron a brillar.

“Hay decenas de billones de estrellas en el espacio, no te parece impresionante como cada una de ellas es completamente diferente y única? Cada una tiene su propio nombre. Son tantos que me da pena no poder aprenderlos todos… Pero, poco a poco, constelación por constelación, me haré amiga de todas ellas!” Su voz sonaba calmada, y hasta amable.

Si, y todas ellas son preciosas.

“A qué sí? Hay de diversos colores, cada una con su propia historia y edad. Si, edad. Las estrellas no son eternas. Un día, su brillo se desvanecerá de este mundo, y ya nadie la recordará. Pero, su muerte de seguro dará un espectáculo precioso. Un último brillo deslumbrante, seguido de una explosión aterradora, pero a la vez, hermosa. Y, poco a poco, toda esa energía que tenía se desvanecerá” Su voz empezó a sonar más suave.

Por cada cosa que contaba, el mundo que siempre teñido de blanco mostraba exactamente lo que dictaba.

En ese abismo negro, lleno de puntos blancos, estrellas, mejor dicho, destacó una mucho más grande que el resto.

Esta, en un parpadeo, convergió en una explosión de colores magnífica.

Cada color era una parte de la estrella, la cual se volvió irreconocible. Lentamente, su energía se desvaneció, y todo volvió a ser un campo lleno de estrellas.

Si, es triste.

“Puede. Pero lo triste no es el espectáculo. Lo triste es el hecho de que se ha ido. Ya no la vas a ver más. No vas a ver su brillo, no volverás a ver su luz, y tampoco sus colores. Pero, sabías que las estrellas se van de diversas formas?” Su voz poco a poco sonaba más familiar.

Si? Lo hacen?.

“Si. Hay infinitas maneras en las que una estrella se despide de nosotros. Si quisiera decirte todas, tardaría una infinidad de años en decírtelas.” Podía sentir como me abrazaba…

“Pero, de todas esas formas, hay una que me da mucho miedo, y que no me gusta nada, nada de nada.”

Si? Y cual es?.

Riku agarró una mano de los brazos que estaban abrazando a su cuello. Era delgado y delicado, pero sobre todo, suave y limpio.

Esta calma y calidez se vio interrumpida por una presión en su pecho, seguida de una frase desagradable.

“La manera más trágica y aterradora en la que una estrella puede morir…“

-Es por el peso de su propia vida

Qué?

Un lugar blanco.

Todo se desvaneció, y volví a aquel lugar. Me levanté del suelo, buscando a aquella persona que tenía a mi lado hace un segundo.

Busqué a mi alrededor por alguien, pero no encontraba a nadie. Tiene que estar aquí, pensé. Al mirar detrás mía otra vez, pude ver algo.

Había alguien enfrente mía. Una chi-

Amaya!”

Me abalancé lo más rápido que pude hacia ella, solo que, no pude en primer lugar. No podía moverme, solo podía escuchar. Otra vez, estaba condenado a no hacer nada. Quería decirle todo, pero no pude decirle nada. Solo podía llorar. Llorar. Llorar.

“Esto… Perdoname, Riku, pero, me tengo que ir” Sonaba dolida, pero intentaba cubrirlo con una actitud positiva.

Sé que no te va a gustar, que te va a doler. No sé si siquiera podrás olvidarme, pero, quiero que lo hagas, vale? No te odio, no lo he hecho por ti. Simplemente sentía que no iba a llegar a nada con lo que estaba haciendo. Tenía miedo, mucho miedo. Cuando viniste a hablarme, cuando estaba tumbada en la cama, triste, y te lo pregunté, casi lloré un mar entero de lágrimas. Pero no pude, no quería que me vieras así, no quería que te preocuparas… así que, lo siento… por ser tan egoista

No, porfavor…

Pero, quiero que seas feliz. No, sé feliz. Vas a serlo, porque sé que lo serás. Yo… No podía seguir. Cada día hacía menos cosas, y las que me distraían, ya no me entretenían más. Lo único que destacaba de todo lo que tenía eras tú, pero, sabía que un día me iba a quedar atrás, y que me iba a distanciar de ti…

No me dejes…

En ese momento, noté como Amaya se alejaba de mi poco a poco, y sentía como una presencia surgía detrás mía.

“Por eso, antes de irme, solo quiero decirte una última cosa.”

Unas manos empezaron a deslizarse por mi cara, siendo su objetivo taparme los ojos.

Estaban bañadas en un líquido viscoso y cálido, el cual estaba manchando todo mi rostro.

Ese líquido también empezó a hundirme, empezando desde las rodillas.

Mientras ocurría eso, Amaya estaba por desaparecer de mi vista. Se iba a ir.

Antes de que lo hiciera, antes de perder la vista, y sucumbir ante la nada, escuché una voz, chillando sus últimas palabras. Una voz empapada en sangre.

“T^ Q!e·=”

Me ahogué, con esas manos cubriendo mi cara, Mi cuerpo empezó a enfriarse, cada vez más y más, hasta que algo me habló, dentro de ese líquido asqueroso.

“No te lo voy a perdonar, nunca.”

Perdí la consciencia, sin saber qué me iba a pasar de ahora en adelante, sin saber nada.

Estaba perdido.