CAPÍTULO 373

Kendall sabía que si la noticia de que Lucifer aún estaba vivo se difundía en la comunidad de asesinos, la despiadada Señora Fiona nunca la dejaría vivir.

No solo había violado las reglas y destruido una organización entera, sino que también había lisiado al único hijo de Fiona, a quien siempre había cuidado con tanto cariño y amor. Fiona lo había acunado en sus manos por miedo a romperlo y lo sostenía en su boca por miedo a derretirlo. Kendall sabía que sus acciones habían cruzado una línea que pocos se atrevían a aproximarse.

Pero Kendall tenía sus razones. Quería revivir a Brian, y para eso no podía permitirse morir. Su vida ya no era solo suya; pertenecía a la familia y amigos que dependían de ella. No podía fallarles.