Aerlev

Transmigrar dentro de una novela no es realmente algo malo: conoces la historia, tienes el poder del futuro en tu mano, conoces todas las claves ocultas. Podrías terminar siendo el ser más poderoso y omnisciente de ese mundo.
Eso es, si no te despiertas durante el epílogo.
Y aún así me encuentro en el cuerpo de un sacerdote caído al final de la novela, un héroe trágico que tuvo su circuito de mana roto en la última guerra, siendo repudiado, ahogado en deudas y destinado a morir poco después.
Afortunadamente, conozco justo la cura.
Desafortunadamente, la cura estaba en manos de uno de los Señores Demonios, ya sabes, la raza con la que mi reino acaba de hacer guerra.
¿Me daría la cura si se la pido educadamente? No hay daño en intentarlo, ¿verdad? De todas formas, moriría si no consigo la cura.
—Claro, pero tienes que ser mi novia como precio —dijo el Señor Demonio.
...eh? —Señor, ¿sabe que soy (técnicamente) un sacerdote, verdad?

El Novio del Señor Demonio (BL)

—Zia, ¿puedes ir primero a la torre y sacar a Izzi de su laboratorio? Yo tomaré las cartas de la oficina de Natha —le dije al súcubo mientras caminábamos por el pasillo del Castillo—. Jade, ve con ella.


El pajarillo suspiró con decepción. [¡Pero Jade quiere pedir la habitación de Jade!]


—Yo se lo pediré por ti —acaricié al pajarillo protestante—. Pediré una habitación mejor que esta, ¿qué te parece?


Zia se rió y atrapó a Jade en sus brazos. —Ven conmigo, Jade. ¡Necesito ayuda para sacar a ese elfo de su habitación!


Jade todavía piaba con desánimo, pero Zia se llevó al pajarillo y me guiñó un ojo travieso. Este súcubo. Te debo una.


Señor Demonio pegajoso es un Señor Demonio lindo