—¿Niño qué?! —de forma instintiva, apreté fuertemente el colgante negro en mi pecho.
—¿Eh? —Neel inclinó la cabeza confundida—. ¿No es el pequeño tu hijo? El que tienes con el Señor de la Avaricia.
—Oh... eso. Por un segundo me preocupé porque alguien se había enterado de Shwa. Olvidé que la gente fácilmente pensaba que Jade era mi hijo, ya que solo había pasado la primera vez.
—Um... pero viendo tu reacción, parece que me equivoqué, pero entonces... —Neel movió la cabeza de izquierda a derecha, sosteniendo su barbilla y frunciendo el ceño como si estuviera en profunda contemplación.
—Ah, no. Jade es mi
—¿Clon? —de repente exclamó, levantando la cabeza para mirarme con los ojos muy abiertos—. ¿Es ese pequeñín tu clon? —se levantó; su actitud era similar a cuando se enteró de los gólems—. ¿Encontraste una manera de crear un
—¡Detente! —levanté la palma para callarla. A mi lado, Zia intentaba con todas sus fuerzas no reír hasta que su hombro temblaba.