—¿Por qué no te llevo a tu habitación mientras Jade presume sus libros nuevos? —pregunté a Neel, quien estaba tomando un descanso de revisar el grueso contrato hecho por nuestro meticuloso Señor Demonio.
Neel miró a Natha, quien estaba absorto respondiendo a las muchas preguntas de Jade, tal como él solía responder a mis curiosas preguntas en el hospital. Viéndolos así, con Jade en el regazo de Natha, parecía que se llevaban muy bien.
Casi como si nunca hubieran discutido antes.
Qué gran ilusión.
—Claro —asintió Neel y se levantó, tomando el contrato consigo. Agarró la taza de té mientras tanto, y bebió el resto de su té como si fuera una bebida energética.
Junto con Zia, dejamos a Natha y Jade en el salón, caminando por el corredor de la galería de habitaciones. Aparte de las tres habitaciones que pertenecían a Jade y Zia, las otras estaban vacías, así que dejé que Neel eligiera la habitación que quisiera.