—¿Cuánto tiempo vas a seguir haciendo eso? —Tanto como pueda —Natha presionó sus labios y mejillas contra mi oreja, mucho después de haber saciado nuestra lujuria. Me mantuvo en su abrazo como de costumbre, y enterrando su cara en mi cabello y acariciando mis orejas—. Vas a perderlo pronto después de todo... ¿verdad?
—¡Tengo que hacerlo! —Me senté y me giré para mirarlo agitado—. ¿Qué pasa con nuestra boda si...?
Hice una pausa al mirar su expresión algo tímida e inocente, que provocó en mí un pensamiento ridículo.
Mis ojos se abrieron al tratar de entender lo que pasaba por su mente—. No me digas... ¿no te importaría que me presentara así?!
—Bueno...
¡Arta se enfurecería! ¡Todos los cambios que tendrían que hacer a los trajes!