—¡Papá!
Hacía tiempo que no me despertaba con el trino de Jade, así que fue una agradable sorpresa.
—Papá, hay un conejo en la cama.
—¿Oh? —Abrí los ojos y de inmediato sentí algo suave acurrucado a mi lado. Jade volaba sobre mi cabeza y aterrizó en mi almohada.
—¡Papá tampoco es un conejo ya!
—¡Oh! —Fue una sorpresa aún más agradable. Me levanté al instante y me revisé la cabeza. ¡No hay orejas! Miré hacia atrás y retorcí mis caderas. ¡No hay cola!
—¡Yuujuu!
—¡Yujuu!
Lancé mis manos hacia arriba en una sensación eufórica de alivio y pasé un rato revolcándome en la cama mientras abrazaba a Jade y al conejo desconcertado que se despertó de su sueño. Estaba a punto de enviar una llamada de emergencia a Amarein si no volvía a mi forma anterior en tres días, pero parecía que el conejo se aburría después de que Natha se fuera, ya que todo lo que hacía era holgazanear sin hacer nada.
Y así, ahí estaba, saliéndome al segundo día. ¡Yuju!