Demasiado tiempo libre es una causa principal de pensamientos intrusivos.

—¿Puedo... puedo tocar esto? —Izzi miró las botellas, con las manos temblorosas detenidas a solo una pulgada de ellas. Parecía más nervioso que cuando recibió la carta de su familia.

—Claro —me encogí de hombros.

Los dedos de Izzi temblaron y comenzaron a moverse, pero Neel agarró su muñeca y dijo con una voz siseante llena de tensión:

—Ten cuidado. Te voy a disparar con un cañón si lo dejas caer.

Quería decir que la botella tenía un hechizo protector que evitaba que se rompiera, y aun si de alguna manera se rompía y el contenido se derramaba, podría controlarlo y volver a ponerlo en otro recipiente.

Pero eso no sonaba divertido, así que simplemente me quedé callado.

—¡Ay, Dios mío, cuántas cosas hermosas! —Zia miró el cofre del tesoro con los ojos brillantes. Podría ser una anomalía para un demonio de la lujuria, pero aún le gustaba lucir su belleza y adornarse con joyas como cualquier súcubo—. ¿Puedo llevarme esta? ¡Oh, esta también!