—Papá, ¿de qué están hablando? —Jade me miró con confusión.
—Algo difícil —apreté ligeramente a Jade mientras miraba a los dos comerciantes hablando sobre negocios.
¿Cómo podía una conversación sobre concebir un hijo convertirse en conquistar una región a través de la economía? ¿Y algo así podría decidirse tan rápido? ¿Ni siquiera durante una comida? Maldita sea...
Pero saber que lo hicieron por mí, porque me amaban, era...
Enterré mi rostro en el cabello de Jade para esconder la risa que casi salió. Era agradable, tan agradable que temía que me malcriara demasiado y me tentara a usarlos para mi beneficio.
Jade me tomó las mejillas y se rió. —Papá está feliz —susurró—. Jade feliz cuando Papá feliz.
—Oh, cariño... ¡Te quiero mucho! —Besé las mejillas regordetas y los pequeños puños y reímos juntos antes de levantarlo—. Dejemos la charla de negocios y desayunemos en el jardín.
—¡Oh, oh, ¿puede Jade comer gelatina de cacao hoy?