No subestimes a tu feto; son más inteligentes de lo que pensabas

—¿T-te vas? —Miré a la Tía Nezja con los ojos abiertos—. ¿P-por qué?

¿Por qué? ¿No lo estábamos pasando bien, verdad? ¿O solo era yo? ¿Acaso… acaso ella realmente se sentía molesta enfrentando todas mis rabietas? Sí, ¿verdad? Era tan molesto para todos, pero cuando estaba bien, solo me enfocaba en Natha y…

—Ssh. —La Tía Nezja sostuvo mi barbilla y me miró con severidad, como si pudiera oír mis pensamientos.

Sentí la mano de Natha sobre la mía y solo entonces me di cuenta de que estaba temblando y a punto de llorar.

—Lo que sea que esté en tu linda cabecita, no es eso.

—¿No es? —respondí tontamente.

—No me estoy yendo exactamente. —Su mirada y voz se volvieron más suaves; acarició brevemente mi mejilla antes de retirar su mano y girar la cabeza—. Solo estoy pensando en retirarme a un lugar más... tranquilo.

Seguí su mirada y… ¡oh!

—¿La Guarida? —Me animé, sintiendo un resorte tranquilizador inundar mi corazón—. Si solo estaba hasta ahí...