8.24 ¡Déjamelo a Mí Miau!

—Soy... —musitó para sí, aparentemente perdida en sus pensamientos—. Y entonces su respiración de repente se cortó en su garganta.

Tomó a Lu Yizhou por sorpresa al alejarse de golpe para mirarlo con ese par de ojos dorados que él amaba más que nada. Solo que, en lugar de sonrisas y afecto, esos ojos dorados estaban llenos de aprensión y duda.

—Yo–Yo no debo decir eso. Hermana dijo... que no se lo dijera a nadie. De lo contrario, seré castigada. Seré castigada de nuevo... —repetía la frase una y otra vez, el pánico se apoderó de sus rasgos mientras su cuerpo empezaba a desvanecerse.

Los ojos de Lu Yizhou se abrieron de par en par sorprendidos por el repentino cambio de eventos. Algo estaba mal. Algo estaba muy mal aquí. Se veía tan pequeña, tan asustada y frágil. ¿Y quién era la 'hermana' de la que hablaba? ¿Acaso no había solo una hija en esta familia?