En el otro lado, en la sala del estudio de música.
Kang Jing se deslizó dentro de la habitación junto a Bai Shiliu. Los dos se limpiaron gotas de sudor frío de su frente mientras se escabullían dentro del estudio. Kang Jing chasqueó los dedos y una onda verde parpadeó ante las cámaras de vigilancia, haciéndolas detenerse en sus respectivos lugares.
—Tiene que haber algún gran secreto —susurró Bai Shiliu mientras miraba alrededor de la habitación. Estaba cubierta de suciedad y polvo y aun así, de todas las habitaciones, esta tenía el mayor número de guardias de seguridad.
Cada cinco minutos patrullaban alrededor de esta habitación, lo que la hacía preguntarse, qué tipo de secreto ese sucio y pervertido tritón estaba escondiendo.