Luo Qingling sacudió la cabeza mientras salía de la línea de los recuerdos y se ponía de pie. Pero no bien se levantó, los ojos de Qin Qiu centellearon.
—¡NO! —gritó, haciendo que Luo Qingling se encogiera y se detuviera en sus acciones, levantó la cabeza y miró al mer frente a ella con una mirada evaluadora.
Ella preguntó:
—¿Qué te pasa?
—Nada —Qin Qiu se maldijo a sí mismo por gritar de pronto. Sin embargo, no fue culpa suya.
Luo Qingling lo asustó tanto que reaccionó antes de poder pensar.
Con los ojos parpadeando furiosamente, le dijo a Luo Qingling:
—No necesitas seguirme… señora. Esto no es un asunto mayor y puedo encargarme de ello, por favor confía en mí. No te decepcionaré.
Una vez que terminó de hablar, giró sobre sus pies y se enfrentó a la puerta. Hizo esto porque estaba preocupado de que Luo Qingling notara que algo andaba mal con su expresión. —De todos modos, ahora me iré, señora. Puedes continuar con tu trabajo.