Veo

—Así que, ¿me estás diciendo que esta persona... mi prometido quería matarme? —preguntó Serena, con una voz lenta y deliberada.

Se recostó ligeramente hacia atrás, sintiendo el peso de la acusación. Incluso después de escuchar toda la historia, las dudas persistían en su mente. La gente necesita motivos para matar, motivos fuertes, indudables. Y aquí, algo no cuadraba.

Si lo que Edwin decía era cierto, que su prometido la había ayudado a asegurar su posición en contra de los responsables de la muerte de sus padres y su abuela, ¿entonces por qué iba a dar un giro repentino y atacarla? ¿Por dinero? ¿Por poder? Lo dudaba. Aquel hombre ya era rico por derecho propio, según Edwin, y se le consideraba digno de confianza. Entonces, ¿qué podría causarle cambiar de ese modo?