Se acabaron las citas a ciegas

—Pues te prohíbo que te mudes a ese reino, inténtalo y te arrastraré de vuelta por la cola como a un gato —amenazó la vieja señora.

Chi Lian soltó una risita porque se imaginaba a la vieja señora arrastrándolo de vuelta como a un gato travieso.

Trillizo uno exhaló aliviado cuando su abuela se alejó de él y dirigió sus siguientes palabras a su otro hermano.

—Tú —lo miró ferozmente al número dos—, te presentaste a tu cita a ciegas con otra cita del brazo. Le dijiste a la pobre chica que querías un matrimonio polígamo.

—Y tú —volvió la mirada hacia el número tres—, ni siquiera puedo describir lo que hiciste en todas esas seis citas a ciegas de las que presumes. Fuiste a un evento de citas rápidas, no a una cita a ciegas. Te dije que te sentaras con una chica solo una hora y en lugar de eso elegiste a seis chicas para que te encontraran al mismo tiempo y cada una de ellas tuvo veinte segundos para hablar de sí mismas.

—Ella miró a los tres nietos y dijo: