La venganza se sirve

—¿Qué pasó? —preguntó el viejo maestro a Ringo—. ¿Esa es la hija de la Familia Yan, la que amenazó a mis nietos?

—Yan Daya —dijo uno de los trillizos su nombre.

—¿Qué le pasó? —preguntó el viejo maestro.

—La cuñada le está quitando los sentidos; la ha dejado ciega porque Muyang perdió un ojo. Ahora, le está quitando la capacidad de hablar y luego va a inutilizarle las manos —explicó Ringo—. No pensé que tendría el estómago para hacerlo y estaba a punto de intervenir por ella.

—La cuñada va a hacer que viva así, básicamente estará atrapada en su cuerpo —explicó el trillizo que había estado con Ringo todo el tiempo.

—También debería dejarla sorda, ¿qué pasaría si le colocan prótesis y de alguna manera escribe un mensaje o algo? —sugirió el viejo maestro.

—Tienes razón —dijo Ringo.

—Cuñada, no olvides dejarla sorda también —gritó el mayor de los trillizos, en voz alta.