Ringo y los demás miraron más de cerca mientras se devanaban los sesos pensando qué podría significar esa declaración de Muyang.
—¿Es fuego? —preguntó Ringo—. Infierno y fuego van de la mano después de todo.
—Mmm, lo es —asintió Muyang, aceptando lo que su hermano estaba diciendo—. ¿Ves esta extensión de tierra desde donde estamos parados hasta esa puerta? Hay un mecanismo oculto cubierto por los parches de hierba. Puedo ver cientos de galones de petróleo en tanques de almacenamiento que llegan hasta la superficie. Hay placas de presión y dispositivos diseñados para encender un fuego hacia arriba, envuelto todo, si algo que pese más de veinte o treinta kilogramos pisa esta parte del terreno.
Sus hermanos miraron al suelo y los trillizos retrocedieron.
—Entendiste todo eso con tu súper ojo —dijo Ringo con voz asombrada.
—Soy Superman —presumió Muyang.
—Creo que estoy empezando a necesitar un ojo como el tuyo, hermano —murmuró Ringo.