Amy fue despertada de su sueño por voces desconocidas y una sensación de mareo. Recordando el incidente antes de perder la conciencia y no reconociendo las voces, decidió no abrir los ojos aún, fingiendo estar dormida.
Recordó que alguien le cubrió la boca y la nariz con un paño húmedo y alcanzó a ver aproximadamente a cuatro hombres antes de quedarse dormida.
—¿Estás absolutamente seguro de que no tienes interés en hacer nada con esta mujer? Es innegablemente atractiva. ¿No te cautiva? —preguntó el hombre junto a Amy.
—No le pongas un dedo encima, imbécil... al menos por ahora. Nuestra prioridad es llegar a la casa segura y asegurar que todo quede grabado. Ella debe al menos experimentar lo que mi amor experimentó en manos de ese Henry Welsh —advirtió el otro hombre, expresando su fuerte deseo de venganza.
—Me enfurece que haya sobrevivido a ese accidente de avión. Antes de matarla, lo menos que puedo hacer es darle un pequeño regalo a su esposo, ¿no crees? —agregó el hombre.