Henry continuó quitándole la blusa, sus labios viajaron desde sus labios hasta su cuello mientras sus manos desabrochaban su sujetador de encaje por detrás. Su hambre no solo se manifestaba en sus besos en sus labios sino también en cómo su boca se dirigía hacia su cumbre gemela.
Agarró ambos senos y los chupó con un esfuerzo tenaz para satisfacer su apetito. La voracidad de sus besos dejó marcas rojas en todo su pecho. Su lengua viajaba de un lado a otro entre sus montículos, el rastro que dejaba era como fuego en su piel y la estaba humedeciendo entre las piernas.
Sus labios se separaron mientras saboreaba cada toque suyo, ya fuera con sus manos, labios o lengua. Sus dedos que rozaban su piel la quemaban a medida que su deseo por él crecía más fuerte mientras esperaba que tocara las partes de ella que gritaban de lujuria.