Solo

—¡Estoy hablándote, Amy! —Mary arrancó la almohada del rostro de Amy y la lanzó con fuerza y rabia al suelo.

—No eres mi madre, Mary. Así que por favor deja de fastidiar tan temprano en la mañana, me duele la cabeza. Tu voz alta hace que me palpite la cabeza —Amy miró a Mary furiosamente antes de rodar los ojos—. Cuando te vayas, por favor dile al chef que me haga una sopa para la resaca.

—¡NO! ¡Díselo tú misma! ¡Y no es temprano, casi es mediodía! —Mary gritó haciendo que Amy se tapara las orejas.

Ya le dolía la cabeza y la voz de Mary lo empeoraba.

—Cálmate, ¿quieres? No hace falta que grites, por Dios… ¿Qué te pasa…? Yo misma le diré al chef si es lo que quieres —Amy murmuró—, por favor deja de sobreprotegerme y cierra la puerta al salir. Avery ya sabe cómo abrir la puerta —. ¡Ay! —Amy exclamó después de recibir un golpe con una almohada en la cabeza.

—¡Estás cruzando mi límite, Mary! —Amy le gritó a su mejor amiga.