Era ya pasada la medianoche, pero a Amy no le importaba. Esta había sido su noche más feliz desde que su exmarido la dejó y no quería que esta noche terminara.
Tom se desplazó hacia abajo y pasó sus labios por el muslo interno de ella. Besó su piel suavemente acercándose a su rodilla y regresando a su ingle antes de hacer lo mismo con el otro lado de su pierna.
—Dios... Ahh... —articuló Amy mientras arqueaba la espalda al sentir la lengua de Tom entre sus piernas.
—Amy...
Ella lo escuchó murmurar. Amy miró hacia abajo y lo vio mirándola directamente a los ojos antes de que él lamiera su clítoris sin perder el contacto visual. Amy mordió su labio y echó su cabeza hacia atrás. Era tan bueno que hizo que todos los pelos de su espalda se erizaran.