Amy se alejó de su abrazo y miró a Ash conmocionada. —¿C-Cómo s-sabías? Amy tartamudeaba, su cuerpo temblaba entero y su corazón latía fuertemente.
—Las apariencias engañan, Amy. Pero su corazón no miente. La forma en que te mira bajo esos horribles y baratos anteojos es todavía la misma de antes y quizás incluso más. Deberías comprarle algo caro y con estilo —bromeó Ash haciendo que Amy soltara una carcajada mientras lloraba al mismo tiempo.
—De todas formas, ya no lo necesitará. Yo lo arreglaré —dijo Amy mientras se secaba las lágrimas.
—¿Así que lo sabías, eh? —preguntó Ash entrecerrando los ojos.
—Al principio lo sospeché. Pero pensé que estaba alucinando. Pero lo confirmé anoche —dijo Amy distraídamente.
—Sí, anoche llevaba algo similar a lo que solía llevar. Y venga, la voz y la constitución todavía son las mismas —comentó Ash.
—Sí, el cuerpo y todo sigue igual... —Amy se levantó para tirar el papel higiénico después de secarse todas las lágrimas.